La realidad virtual y la realidad aumentada han demostrado su eficacia con respecto a la medicina en numerosas ocasiones. Desde poder operar a distancia para un mayor control sanitario hasta poder monitorizar distintos parámetros del paciente cuando las manos están ocupadas.
No obstante, Galea pretende ir un paso más allá. Este sistema consiste en una interfaz cerebro/digital (BCI, brain computer interface) que monitorizará numerosas constantes del usuario mediante sensores como electroencefalograma, electrooculografía (movimiento ocular), electromiografía (actividad muscular y nerviosa), actividad electrodérmica (actividad eléctrica en la piel) y sensores de fotopletismografía (volumen de los órganos).
Hasta aquí nada nuevo. Con esto quiero decir que aunque la tecnología es tremendamente novedosa, ya conocemos casos de interfaces cerebro/digital que cumplen funciones parecidas, como el artículo que dedicamos al famoso Neuralink de Elon Musk.
Sin embargo, Galea está especializada en que estos datos se transmitan en tiempo a real a dispositivos tanto de realidad virtual como aumentada. ¿Los usos de esto? Están por descubrir e irán saliendo conforme los desarrolladores e investigadores tengan acceso a esta tecnología después de que la empresa ponga a disposición kits de desarrollo del dispositivo.
Las capacidades médicas son obvias, aunque también existen las psicológicas. Por el momento os adelanto que puede medir las emociones humanas y las expresiones faciales, incluyendo la depresión o la capacidad de atención y el nivel de interés. El cómo utilizar esta información lo dejo a vuestra imaginación.
¿Qué opináis de esta tecnología? ¿Será realmente el gran cambio de paradigma tecnológico? Por cierto, ¿a nadie más le recuerda al casco de Mega Man?