En esta ocasión, vamos a hacer un análisis de Tsuro, disponible para Oculus Quest. Un juego que amarás u odiarás sin término medio.
Del tablero a la realidad virtual.
Tsuro, o el juego del camino de Thunderbox Entertainment, acumula varios premios en su versión física y es, sobre todo, una experiencia relajada.
Nos servirá perfectamente entre partidas a juegos de acción o como complemento ideal a otras aplicaciones relajantes disponibles en nuestras queridas Oculus Quest.
Toda la apariencia del juego respira relajación por los cuatro costados, desde la música, el jardín zen que nos rodea o incluso los pétalos que sobrevuelan el tablero de juego.
Por ello, si te gustan los tiroteos, te recomiendo que te lo pienses. Aquí de eso no hay ni falta que hace.
Jugabilidad.
En el análisis de este Tsuro para Oculus Quest nos hemos encontrado con tres niveles de dificultad para las IA´s contra las que jugamos (estúpido(sic), listo, experto).
Los niveles listo y experto no están disponibles inicialmente, sino que deberemos desbloquearlos a medida que ganemos a las IA´s, jugando contra ellas.
Tsuro para Oculus Quest, también dispone de modos multijugador, que desafortunadamente no he podido probar por no conocer a nadie que lo tenga. Al final del análisis os pongo mi código de jugador para que me agreguéis y echemos unas partidas.
El objetivo del juego es hallar tu camino por un tablero, añadiendo una serie de losetas que se te entregarán de forma aleatoria. Con estas losetas, construirás tu camino, pudiendo girarlas como quieras antes de colocarlas. El juego lo gana la última ficha en sobrevivir, pues a medida que añades losetas te cruzas con los otros jugadores, siendo eliminado si te chocas con ellos o tu camino te saca fuera del tablero.
Esto que puede parecer algo sencillo se convierte en un verdadero reto a medida que avanza la partida, pudiendo desembocar en estrategias muy complejas, que aseguran horas de diversión.
La premisa principal es que mientras construyes tu camino solo puede quedar uno. Tú.
En cuanto a los logros, pueden desbloquearse todo tipo de ellos, a medida que avanzamos en el juego, casi todos de tipo estético.
Controles y movimiento
El movimiento, debo decir que al principio me disgustó, al ser tele transporte. Esperaba desplazamiento libre, cosa que me parece algo imprescindible para los juegos de hoy en día. Después, al ajustar las opciones me di cuenta de que puedes desplazarte por el tablero o no “pisarlo” pero en todo caso con tele transporte.
En cuanto a la cuestión de idiomas, es muy variada, pues el juego se encuentra traducido al inglés, chino, francés, alemán, italiano, japonés, coreano, portugués y castellano.
Por último, me encanta la posibilidad de ajustar tu perspectiva en el juego. ¿Quieres subirte a un tejado y ver la partida desde allí? ¿Quieres disfrutarla desde media altura? ¿Prefieres una forma de verlo más cercana? La respuesta es sí a todo, lo cual se agradece y mucho.
Gráficos y música
El apartado sonoro y musical cumple su cometido, pues se trata de sonidos y música zen, que contribuyen a la atmósfera relajada y estratégica del juego.
Las melodías, de corte oriental, nos transportan al mundo del juego y nos inundan con su filosofía. Algo muy reforzado por el aspecto gráfico de Tsuro, que consigue con su atmósfera de pétalos al viento y fichas voladoras nos sumerjamos en una versión potenciada del juego de mesa original.
Conclusión
Como ya he comentado anteriormente en este análisis, Tsuro para Oculus Quest no es un juego para todos los públicos. Y no por culpa del contenido que, obviamente lo es, se trata de una experiencia de juego que no todos podrán saborear.
Los detalles, el sonido y la ambientación permiten que un jugador de tablero como este que os escribe, haya disfrutado tanto como lo ha hecho. Lamentablemente no he podido disfrutar de la experiencia del juego con amigos porque no he podido encontrar jugadores disponibles.
Para evitar esta contrariedad aquí os dejo mi código de jugador en forma de reto que no podréis dejar escapar. Nos vemos pronto y recordad no desviaros de El Camino.