Farlands es uno de los últimos títulos españoles en causar sensación. Su estupendo estilo artístico pixel art y su detallismo han sido suficientes para llamar la atención tanto en medios como en redes sociales. De Jandusoft y Eric Rodríguez, fueron precisamente estos aspectos citados los que me hicieron fijar la mirada en él. Cabe decir que nunca he sido especial seguidora de los farm simulator. La cantidad de horas que requieren me hacen imposible que pueda rascar algo de tiempo para profundizar en ellos. Pero lo he hecho y, después de haberme sumergido en la propuesta, os quiero contar mis impresiones.
Impresiones de Farlands para PC
Farlands comienza como cualquier farm simulator que se precie: somos recién llegados a un nuevo lugar en un estado deplorable y comenzamos una nueva vida allí, con la excepción de que esta vez tenemos todo un planeta a nuestra disposición. Y entonces os preguntaréis: “¿Si no juega a farm simulators por qué a este sí?”. La respuesta es sencilla: su humor.
Desde el primer momento, Farlands cuenta con la suficiente picardía como para iniciarte en unos diálogos nada tediosos y plagados de acidez, y un inicio rápido que pronto te pone a los mandos de tu personaje. Nada de largos tutoriales o misiones de preámbulo. Hay un planeta entero que poner en orden y solo con la ayuda de un animado robot (con cara de gatito) seremos capaces de hacerlo. Siguiendo con el humor, hay toda clase de referencias dentro de la obra que serán capaces de sacar una sonrisa al jugador como por ejemplo a películas tales como Dune o Crepúsculo, por citar dos evidentes.
Un juego de lo más llamativo
No voy a remarcar demasiado que la belleza de su propuesta es otro aliciente para seguir explorando. Creo que las imágenes hablan por sí solas. Así, desde el primer momento tenemos las herramientas de trabajo a disposición, pudiendo explorar libremente. De una forma sutil, el juego se encarga de guiarte en las mecánicas básicas y, antes de darte cuenta, ya estás viajando en tu nave a otros planetas. Porque sí, no nos quedamos encerrados en nuestro inhóspito paraje, sino que tenemos un sistema entero para visitar.
Los controles del juego son sencillos. Incluso para alguien no acostumbrado al género no hay misterio (en el mejor de los sentidos). En mi caso, he jugado con teclado y ratón, usando el teclado para moverme y cambiar de herramientas y el ratón para interactuar con el entorno y los materiales, y entrar a los edificios. También vamos a poder hablar con una gran cantidad de personajes, a cada cuál más llamativo. Poco después de empezar, conoceremos a los primeros aliados extraterrestres, que aparecerán de vez en cuando para vendernos alguna semilla. Sin embargo, si queremos crecer y progresar, lo interesante será atender a los diferentes ecosistemas que suponen cada uno de los planetas.
Un juego en Early Access
Farlands todavía se encuentra en Early Access, pero eso no lo hace menos válido. Hay muchos aspectos a tener en cuenta mientras jugamos como la energía de nuestro personaje, y que se gasta en cada una de nuestras acciones, los momentos en los que podemos acceder a las tiendas, viajar o regresar a nuestro planeta o la propia energía de la nave. Como buen juego basado en un sistema de progreso, hay que farmear para ir escalando y poder fabricar mejores recursos, muebles o distintas decoraciones. También es importante, a la par que interesante, planear nuestras incursiones en tierras ajenas. No solo hay que implicarse con los habitantes de dichas regiones, sino que al carecer de energía ilimitada, vamos a tener que aprender qué necesitamos y vamos a hacer en cada uno de nuestros viajes. También hay aspectos que dan profundidad al gameplay como el hecho de que siempre vamos a tener de referencia la hora de nuestro planeta y, aunque viajemos, tendremos una especie de jet lag en el que la energía baja más deprisa cuando es de noche en nuestro hogar. De la misma manera, cada planeta tiene su propio clima, pudiendo plantar diferentes semillas o cosechar distintos recursos en cada uno. No es lo mismo un planeta cálido que uno gélido, por ejemplo.
Lo interesante de Farlands es que siempre aparecen cosas nuevas, incluso cuando el propio juego avisa de que se trata de una versión que todavía debe cambiar. No hay sensación de falta de contenido, tampoco sus costuras son fáciles de ver. Si tuviera que poner un “pero” es que hay veces que no sé qué material es cada uno con solo ver su icono ni tampoco una referencia de cómo poder encontrarlo. Eso me ocurrió en cierto punto que tuve la mala idea de gastar mi energía de la nave en un viaje sin sentido. Entonces, encontré que para fabricar combustible necesitaba carbón y otro material más que no supe identificar. Por un momento, pensé que me había quedado encerrada y que ya no podía avanzar. Tuve que ver un vídeo para saber que podía rellenar la energía de la nave utilizando útiles comunes como piedras o hierbas gracias a una máquina sin necesidad de comprar dichos combustibles. Pero, siendo positiva, gracias a ese “problema”, también probé Ohmazon, el sistema de venta galáctico que te permite deshacerte de tus materiales a cambio de créditos. Un sistema que permite ganar dinero cada vez que nos vamos a dormir. Con dicho dinero, podremos obtener semillas en las tiendas, decoraciones o cualquier otro útil que necesitemos. No todo va a ser arar la tierra y crear nuestro huertito.
Conclusiones de Farlands
Farlands es atrapante. Un juego que consigue engancharte desde el primer momento gracias a su propuesta bien ejecutada. Es bonito, divertido e innovador. Su temática futurista encaja perfectamente dentro del estilo retro y anima a querer seguir jugando, incluso si es de forma más ocasional. Me quedo con muchas ganas de ver qué más tiene que ofrecer esta propuesta que, ya de entrada, deja entrever su gran trabajo.